En esta cuarentena los días parecen domingos, pero trabajados como si fueran un lunes.
Con el pasar de las semanas y después que tantas ideas para no aburrirse, yo no he encotrado ni el tiempo ni ánimo para hacer esas miles de cosas supuestamente enriquecedoras.
La razón es porque lo más preciado de mi día es cuando puedo salir a caminar largamente y dejarme llevar por la corriente de pensamientos en donde ninguno se fija realmente y se siente como si fueras mar o viento entre los árboles. Ese instante esquivo de conciencia plena y de vacío, es lo que más extraño.
Así es esta cuarentena, habrá que vivirla con honestidad, reconociendo las cosas que quedaron atrás por un tiempo, y abrirse a las experiencias nuevas que ciertamente vendrán